Según
ha establecido Luis Soler Cañas, el primer vocabulario lunfardo en nuestro medio, se
publicó el 6 de julio de 1878 en el diario La Prensa, bajo el título El
dialecto de los ladrones. El autor anónimo del mismo - que él reprodujo -
mencionó como fuente de información de la nueva lengua que se incuba en el seno
mismo de Buenos Aires, a un comisario de la Policía de la Capital. Entre las
primeras figura lunfardo = ladrón, con lo que apareció por primera vez escrita
la expresión como sinónimo de delincuente que hurta o roba, más tarde
ampliada a estafador (cuentero), y luego a malviviente en general, pasando
después el nuevo léxico a ser utilizado por el compadrito (individuo del
suburbio porteño provocativo, pendenciero, vanidoso, valentón, de actuar
afectado y vestimenta llamativa -pantalón a la francesa, saco corto y ajustado
ribeteado con trencilla, pañuelo largo anudado al cuello, sombrero de ala ancha
y baja adelante, y botines de taco militar), bonaerense, y más tarde por el bajo
pueblo, para luego avanzar sobre el centro de la ciudad, terminando por ser una
forma coloquial y popular porteña de comunicación, en constante aumento y
desarrollo en todas las clases sociales, a punto de que quienes no lo usan en
su habla, al menos lo comprenden en gran parte.
Así dejó de ser exclusiva jerga
delincuente e irradió al Gran Buenos Aires, a las principales ciudades del
interior del país, y al Uruguay.
Su
extraordinaria difusión en nuestro medio y aún su condición de exportador de
vocablos al resto de América Hispana y Portuguesa, ha dado lugar a que la Real
Academia Española, se viera obligada a registrar referencias a él.
LUNFARDISMO. Palabra o locución propia
del lunfardo.
En cuanto al origen de la voz lunfardo, Villanueva ha precisado que
deriva del dialecto romanesco (de Roma), del vocablo Lombardo que
significa ladrón, corrompido en Lumbardo, y éste en Lunfardo.
El citado autor expresa haber encontrado en el Vocabulario Romanesco de Filippo
Chiappini, después de la publicación anónima, sigue cronológicamente
Benigno B. Lugones, quien en el diario La Nación publicó el 17 de marzo y el 6 de abril de
1879, sus artículos Los Beduinos Urbanos, y Los Caballeros
de la Industria ,
ambos con el subtítulo de Bocetos Policiales, en los que registró
54 voces del que llamó caló de los Ladrones. De ellas 12 habían
sido dadas por el autor anónimo antes citado, con lo que aumentó el léxico de
los lunfardos con 42 nuevos términos. Gobello, nos ha dado ordenadas
alfabéticamente las voces utilizadas por Lugones.
A título de
ejemplo, un poema de Julio Cortázar: Veredas de Buenos Aires en grabación mía. Aquí debajo,
el poema escrito.
Veredas de Buenos Aires - Julio Cortázar
De pibes la llamamos vereda
y a ella le gustó que la quisiéramos,
en su lomo sufrido dibujamos tantas rayuelas.
Después, ya más compadres, taconeando,
dimos vuelta manzana con la barra
silbando fuerte para que la rubia del almacén
saliera a la ventana.
A mi me tocó un día irme lejos,
pero no me olvidé de las veredas,
aquí o allá las siento
como la fiel caricia de mi tierra.